Buenas noticias tiene que ofrecer a la región y al país Beatriz Piderit. Y es que la penquista lleva varios años estudiando cómo apoyar desde su profesión a mejorar las aulas de clases y los espacios de estudio en general para niños y niñas, desarrollando diversos proyectos, incluso en colaboración con el Ministerio de Educación.
Actualmente, con el apoyo de un Fondo de Innovación para el Desarrollo de la Competitividad que lanzó el Gobierno Regional, y que se adjudicó a un gran equipo de investigadores de la misma casa de estudio, avanzan en la construcción de un prototipo concreto y aplicable a cualquier tipo de establecimiento educativo en la Región del Biobío.
¿Cómo nace su interés por trabajar en este tema?
Durante el período que comenzaba mi formación doctoral, me impactó mucho en 2006 la “Revolución Pingüina”, me hizo pensar en cómo concretamente yo, desde mi profesión, podía ayudar a que los procesos de aprendizaje fueran mejores para los niños y niñas. Son tantos los aspectos que influyen en el bienestar de los niños y hay tantas maneras distintas de aprender, que creo que el espacio tiene que poder acoger esas formas distintas”.
¿Cuál es su apreciación de los espacios escolares actuales en la región?
“El problema más grande que hemos visto es el estado de la infraestructura escolar: Falta de mantenimiento, salas de clases que carecen de comfort, especialmente térmico, donde los niños pasan o mucho calor o mucho frío, cuando en realidad los estudiantes debiesen poder estar cómodos, con una sala a 20 grados, porque, por ejemplo, si hace frío, no vas a ventilar la sala, y eso, a su vez, influye en la calidad del aire y en todo el proceso de aprendizaje. El tener cuarenta alumnos en espacios reducidos tampoco ayuda”.
¿Cuál es su propuesta concreta?
“Estamos trabajando junto a un equipo multidisciplinario de alto nivel, compuesto por arquitectos, educadores, profesores en aula, profesionales que laboran en el tema de infraestructura escolar, gente del ministerio de Educación y haciéndonos cargo de la realidad de nuestra cultura y de la región para construir una aula piloto que ojalá sea exportable a todo el país. En concreto, la propuesta será construida en madera CLT, que es una tecnología que tenemos acá en la región. Será un espacio muy flexible, neutro, donde el mobiliario se puede mover y ubicar de distintas maneras, con muros que se pueden mover también. Debemos cuidar el tema acústico y de iluminación, el uso de colores y la estimulación en general, para que el niño se apropie de ese lugar que, en el fondo, es su segundo hogar.
El desafío es demostrar que esto no es más costoso económicamente y sí es una alternativa factible de implementar en cualquier establecimiento. Ya estamos avanzando en nuestro prototipo que instalaremos en la UBB y la idea es que los mismos sostenedores de los establecimientos educacionales vean en terreno de qué se trata y se interesen en tener una de estas salas, para que, de manera paulatina, se incorporen en las escuelas de nuestra zona”.